Una visión curiosa de la historia de la segunda mano

Una visión curiosa de la historia de la segunda mano

Una condición esencial para que exista el intercambio de bienes, es la capacidad de producir o tener acumulados excedentes, entendiendo por tal todo aquello que no es necesario consumir o usar y que por tanto puede darse o comercializarse a cambio de otras cosas, ya sea material o dinero.

En los primeros tiempos el intercambio de bienes se realizaba a través del conocido trueque. Según este modo de interacción humana, una persona daba a otra lo que no necesitaba a cambio de algo que si necesitaba. Por ejemplo, si yo tenía tres lanzas para cazar mamuts porque en mis tiempos de ocio me había dedicado a hacerlas, era obvio que, al menos una, me sobraba. Si se daba el caso de que yo necesitara entonces comida porque mientras hacía lanzas no me dedicaba a la caza, podía intercambiarlas por unos cuantos peces que mi esmerado vecino había pescado en el río.

El trueque consistía pues en ese trivial intercambio, sin más. Lanza por peces, patatas por pieles, collares por trigo... Francamente y lejos de la poesía que suponía este modo de intercambio de bienes, los avispados humanos se dieron pronto cuenta de que era un método poco práctico. Una de las razones estribaba en que siempre teníamos que encontrar a aquel humano que no solo tuviera lo que nosotros necesitábamos, sino que necesitara lo que nosotros ofrecíamos. Si una persona me venía a ofrecer un queso de cabrales a cambio de mis patines pero yo era alérgico al queso y además no me planteaba vender mis patines, el intercambio se convertía en poco menos que un desastre. Una opción consistía en que yo consiguiera unos patines en otro sitio para después ofrecérselos al primer interesado a cambio no de un queso, sino, por ejemplo, de una cubertería...pero eso complicaba enormemente el día a día y las relaciones económico-sociales.

Otro problema se centraba en el valor real de las cosas. Por ejemplo, yo me cuestionaba porqué mi lanza artesana valía solo tres peces y no tres peces más un televisor de plasma. Mientras tanto, mi vecino el pescador, se cuestionaba porque sus tres peces valían solo una lanza y no una lanza más una entrada VIP a la Gala de los Oscar.

Para solucionar ese problema trascendental, los humanos decidieron lo siguiente: encontrar algo que sirviera de referencia al valor de todas las mercancías. Así, el precio de las cosas se establecería en base a ese producto que, como adivinará el lector, se refiere a lo que sería la actual moneda.

No obstante los primeros productos de referencia no eran monedas, sino las propias mercancías. Por ejemplo, una persona podía cambiar una cabra por una cantidad determinada y establecida de bombones . De este modo, por ejemplo, 1 cabra = 300 bombones . A partir de ahí se establecían comparaciones que facilitaban el libre intercambio de mercancías.

Continuó la evolución de la humanidad en su vertiente económica con un nuevo problema: ¿qué podía obtener yo a cambio de 1 solo bombón?...o....¿que podía obtener yo por un trozo de mi cabra?.

Así el bien de referencia debía de ser divisible y ser útil para intercambiar artículos más pequeños como un collar o una minifalda. De este modo, yo podría adquirir ese collar a cambio de un valor de referencia universal pactado y consensuado por el resto de humanos. Y aquí apareció el oro, que se convirtió en el valor de referencia universal hasta nuestros días. Por una parte porque era un bien escaso (luego valioso); por otra parte porque era incorruptible, es decir, no podía fabricarse artificialmente.

De las primeras barras de oro utilizadas a la acuñación de las monedas, quedaba solo un suspiro en el tiempo. Desde entonces son los Estados los que monopolizan la fabricación y la acuñación de monedas.

Es así que en el mercado actual de segunda mano, se hace compleja la valoración de los productos que pretendemos comercializar. Por ejemplo, ¿cuánto vale un teléfono móvil que me costó 300 euros hace 6 meses? Ante ese dilema, se hace necesaria también la utilización de "monedas de referencia" o "parámetros de referencia". Es exactamente igual que antaño. En este caso esa referencia se centra por ejemplo, en el precio de nuevo actual, en el valor establecido de segunda mano en el mercado virtual, en el estado de conservación del producto, en la cantidad de productos que tenemos iguales , en el precio al que hemos vendido posteriormente ese mismo producto, en el público objetivo, en el canal de distribución posterior, en la garantía ofrecida , en las expectativas de la persona que nos lo vende, etc....

El comercio de segunda mano no solo está en boga , sino que supone una revolución en los valores de las personas y de la optimización de recursos y bienes que poseemos. La coherencia nos lleva a pensar en estos tiempos que corren, que no tiene sentido almacenar bienes que ya no usamos si a cambio podemos ganar espacio y convertirlos en dinero. En países como Australia, por ejemplo, el comercio de segunda mano forma parte del día a día de sus ciudadanos...un país que ha escapado de la crisis y que ocupa el sexto puesto mundial en términos de PIB per cápita...

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