Cuna de las flapper, el art deco, los clubes nocturnos de jazz (música no convencional en aquel entonces), entre otras cosas, la década de 1920 es una época platónica para muchos, que nos ha dado una generación dedicada a romper con lo establecido, y que ha desafiado el ideal de belleza y de vestimenta del momento. 

Artistas, cineastas y diseñadores regresan constantemente a esta década, un período que hace fuerte declaración sobre un gusto impecable, la libertad y opulencia con piezas andróginas y a su vez dramáticamente femeninas.   

Claro que romper las reglas, también tuvo su gran impacto en joyería. El nuevo carácter independiente y seguro del género femenino buscaba la provocación al mostrarse sin complejos con piezas extravagantes. Fue una década caracterizada tanto por las perlas, metales blancos y piedras brillantes (diamantes y marquesitas), así como también las joyas de filigrana, el dorado, el vidrio y adornados con esmalte. 

Se pretendía lograr versatilidad y resaltar los atributos de la mujer con cada accesorio. Sin las antiguas restricciones de un corsé y prendas pesadas, las mujeres eran libres de adornar sus cuerpos como quisieran. 

Para acentuar el cuello se volvieron icónicos los pendientes largos con perlas, destacaron los collares con diferentes longitudes (que se adaptan a cualquier escote), collares enrollados en la muñeca (para formar pulseras), múltiples pulseras de línea, y broches.  

La década de 1920, fue una época sin precedentes que cambiaría no solo la historia de la moda y la joyería sino el de muchos otros ámbitos de la vida en general.  

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Galit